Somos lo que pensamos


Buscamos soluciones a la crisis. Debatimos sobre cómo mejorar esto o aquello. Nos enzarzamos en discusiones inútiles de cómo potenciar el rendimiento de una empresa. Pero… ¿y las personas? Nos retroalimentamos de toda la negatividad que nos envuelve, de todas las malas noticias que nos llegan y eso nos afecta. A todos. Sin excepción.

Así pues, ¿por qué no mejorar nuestra confianza y autoestima?

Por todos es sabido que las personas somos energía. Nuestros huesos, órganos, piel y demás tejidos están formados por moléculas y átomos. Y la energía atrae más energía.

Hay personas tóxicas, personas con una energía negativa (seguro que todos conocemos a alguien en nuestro entorno laboral, familiar,…-), que parece que te absorban tu energía, es como si te dejaran vacío al entablar una conversación con ellas y te sientes cansado. Son personas que se encargan de potenciar nuestras debilidades o errores, que reducen nuestra estima, gente derrotista, pesimista, negativa, de permanente malhumor… Gente que no aporta nada y que además se encarga de destruir todo aquello que no case con su forma de pensar o ver las cosas. Este tipo de gente hay que evitarla o, en su defecto, no tenerla en cuenta.

En el otro extremo están aquellas personas que desprenden buen humor y alegría. Las que nunca tienen un “no” por respuesta. Las que encuentran soluciones a los problemas en lugar de buscar a los culpables. Este tipo de gente es la que te estimula para superar obstáculos porque te hace creer que eres capaz de todo y están en lo cierto.

Querer es poder y como dijo Shakespeare “Sabemos lo que somos pero no lo que podemos llegar a ser”. La vida está llena de pequeñas superaciones personales. Las que logras vencer te convierten en alguien más sabio y las que no se repetirán hasta que logres superarlas. De todas formas lo verdaderamente importante no es el resultado, aunque importe, lo realmente importante es el camino. Los éxitos pasados te estimulan y te animan para conseguir éxitos futuros. ¿Quién no ha conseguido algo y ha salido triunfante y con la energía suficiente para comerse el mundo?

Y hay algo sumamente importante a lo que no concedemos ningún tipo de relevancia: la sonrisa. Cada vez que sonreímos mandamos una orden directa al cerebro de que nos encontramos bien, que nos sentimos felices. ¿Cuántas veces, observando un bebé o un grupo de niños sonriendo, no hemos acabado igual? La sonrisa transfiere esa sana alegría y te contagia. Tu energía cambia automáticamente y se vuelve positiva.

Recuerdo un amigo que me contaba que en Seattle la gente te sonríe por la calle. Gente anónima con la que probablemente sólo te cruzarás con ellos una vez en tu vida te sonreía como si te conociera.

Hay muchas más cosas que afectan directamente a cómo somos, pensamos o qué hacemos: desde saber hacer el ridículo, enfrentarse al miedo a lo desconocido, arriesgarse a perder hasta a valorar tu aspecto personal, tus hábitos alimentarios o la lectura. Todo, absolutamente todo tiene su aspecto positivo si sabemos valorarlo y adaptarlo a nuestra forma de ser para que nos enriquezca y fortalezca. Por ejemplo, pedir ayuda. Para algunos puede significar un símbolo de debilidad (no eres capaz de hacerlo solo, no eres lo suficientemente bueno,etc.) pero nos olvidamos de que relacionarse con otras personas significa aprender. Como dijo Lao-Tsé: “Saber que no se sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad”.

Sonriamos más porque la vida, aunque algunos intenten decirnos lo contrario, ¡puede ser maravillosa!

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Acerca de Mònica Fericle Albiol

Actual Responsable de Administración de Telematel
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4 respuestas a Somos lo que pensamos

  1. Carolina Gerosa dijo:

    Totalmente de acuerdo, todo es mejor si lo enfrentamos con optimismo; como dice siempre mi hermana: para que preocuparse por lo que no tiene solución o por lo que si la tiene, ¡lo único que ayuda es ocuparse!

    • Mònica Fericle dijo:

      Completamente de acuerdo contigo Carolina!
      Nos preocupamos demasiado en malgastar nuestra energía en cosas que no valen la pena o que dejan de tener importancia según la perspectiva de cómo se miren.

  2. Una de mis frases favoritas es “no me preocupa él, me estoy ocupando de”, tal vez todos deberíamos de estar mas ocupados y menos preocupados. La preocupación y la negatividad que conlleva esta en muchas ocasiones nos paralizan y bloquea nuestra capacidad de pensar.
    Felicidades por tan estupendo artículo, esperemos que muchos se ocupen en esta clase de cosas, en vez de preocuparse de lo mal que va todo, seguro que encontraríamos más cosas positivas.

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